La peña “Alto de la fuente”
tiene nombre de un sueño, de un cuento de tiempos atrás en una geografía local,
con arboledas, cuestas y sucesos sencillos y naturales que eran capaces de
identificar las zonas y las calles... Imagino esa calle de Gelves que llevaba
hacia la fuente de la cornisa del Aljarafe y a las mozas con mandil, habituales responsables del suministro del agua, que subían y bajaban con cántaros, botijos de barro de Lebrija y cántaras
sobre las caderas o las cabezas. Las fuentes, lugar de encuentro de mujeres, de
intercambio de penurias y de chismes, y por tanto de paso “casual” de
zagales...
Cuantas calles y vereas del
mundo se nombran bajo un sentimiento, sobre una imagen de cuadro. La fuente del
oso (Cazorla), Las lumbreras (Alcalá-Torreblanca), el Callejón del agua de
Sevilla, tantas y tantas... Esas calles nunca cambiarán sus nombres a lo largo
de la historia porque son la Historia.
Emiliano, nos había
invitado al primerlunes a escuchar guitarras clásica y flamenca e incluso un
mestizaje. La Peña había conseguido el teatro municipal de Gelves y en él
Emiliano presento y agradeció cortésmente a todos los implicados para que se
llevase a cabo el acto, y sobre las cabezas de los asistentes circulaban pensamientos
que le agradecían a Emiliano que se llevase a cabo dicho acto, porque, todos
saben que Emiliano no canta ni toca la guitarra, pero detrás de los que cantan
y tocan está su empuje y sus iniciativas que no dejan de ser apoyos desinteresados,
como los de un enamorado (como lo es del Flamenco), a esa gente sencilla de la
peña, a Manolín el de la cintura algo quebrada, al despierto Juan Miguel “el
guitarrero” y al resto de componentes de
una peña con un nombre de cuento.
Especialmente lo
agradeció a los protagonistas, que actuaban sin ánimo de lucro, a Miguel
Aragón, en la guitarra flamenca, oriundo de Brasil y a fecha de hoy andaluz y a
Martín Madrigal, en la clásica, de origen mejicano y a fecha de hoy hombre del
mundo con gran parte de su corazón en nuestra tierra, ambos presentes y
participantes por, más allá de su actividad musical, la amistad con Emiliano, de la que ya habíamos
escuchado hablar.
Nos encontramos varios
del primerlunes, también con María (componente de primer orden) que asistió con
su Miguel –nuestro también-, y con la noticia de que Alfonso quedó malparado de
un golpetazo con la burrita-roja, tal y como El Quijote en Sierra Morena, y
abandonado por un mal lacayo, que no ciudadano. De no ser así, allí estaría con
nos.
El escenario oscuro, como
la nada, estaba preparado para que cualquier persona, objeto o utensilio tuviese
valor propio, destacase y concentrara la atención en la línea de aquel “teatro
pobre” de Grotowski, en él dos sillas de eneas pintadas de verde y flores de
colores, al más pintoresco y costumbrista modo andaluz, dos vasos de barro al
suelo en la derecha del escenario y cuatro fuentes o saltos de agua conseguidos
con telas blancas que caían desde los focos y entre las que la luz se
descolgaba como el agua, no sé si la Fuente del alto tenía cuatro caños, pero
quede como imagen simbólica relacionada, porque cada uno ve lo que quiere ver.
No disponía del programa,
que después cogí a la salida, con donación por supuesto incluida, que era el
único importe para apoyo a la Peña, por ello no tenía ni idea de lo que me
encontraría, ni orden de las actuaciones.
Comenzó Miguel que se
apoyó y acopló a la guitarra como los flamencos con el tobillo de una pierna
sobre la rodilla de la otra y en el hueco el cuerpo de la guitarra; postura lista
para la improvisación porque el flamenco puede surgir en cualquier lugar. Calentó,
rasgó, templó y comenzó con una Rondeña muy sentimental y armoniosa, continuó con otra pieza bastante más alegre, enérgica y desbordante, la tercera compleja técnicamente, pareció terminar por verdiales... todas ellas entre un silencio absoluto, los acordes y
farsetas nos envolvieron en las tres ocasiones, y terminó con unas Bulerías
propias con cuya alegría remató su parte con un público entusiasmado, Miguel consiguió que
su música transformara los sentimientos
de los asistentes desde la seriedad a la alegría.
Martín Madrigal, portaba
el paño para el sudor, pero se volvió por el banquito, en el que apoyó la pierna
izquierda y abrazó la guitarra, envolviéndola plenamente, en la postura clásica
para estar con ella horas... No quiso dejar de decir que la guitarra que llevaba había nacido "aquí" en Gelves de las manos del "guitarrero" el artesano Juan Miguel. Como no conocía el repertorio las dos primeras
piezas me hicieran recordar con gozo, no sabía porque, a las canciones chilenas
de Víctor Jara, Violeta Parra o la de aquellos argentinos como el cuarteto Cedrón
(colegas sudamericanos en general) de mediados los 60 y década de los 70 de cuya música se emborrachó toda mi generación, emulando desde
al viejo Atahualpa Yupanqui hasta el desafortunado Facundo Cabral. Después me
enteraría que eran piezas Rioplatenses. Martín Madrigal sabrá
perdonarme, porque en la distancia geográfica la lejanía une en un solo punto
elementos distantes, y en la distancia de los años las notas y canciones se
mezclan igualmente.
Con ellas ya me dejó
“tocado”, para embriagarme seguidamente en la suavidad, dulzura y levedad de “Agua
e vino” y reaccionar con la cuarta con una especie de estribillo de sonidos
girando en espiral con paradas de caminos en línea recta y vuelta a las
espirales, ¿Una danza?.
Lo cierto es que el
público mostró agradecimiento con palmas y gritos de ¡Bravo! Que también habían
concedido a Miguel en su actuación.
El dúo, para Asturias
¡asombroso!, porque Asturias es un valor seguro para solistas, pero el dúo
aportó la conjunción de sonidos de distinto origen en una única proyección
hacia el público, que lo captó como síntesis de dos mundos solo aparentemente
diferentes. Quizás Asturias pueda ser una pieza que especialmente lo
permita... de cualquier manera un magnífico regalo.
Como el público no tenía
muchas ganas de irse pidió otro regalo y cayó “el tango” reconocible desde sus
primeros toques, pero ¿Por qué un tango? Probablemente por su propia naturaleza
de mestizaje, para este acto igualmente un tanto mestizo.
En la Peña nos juntamos
para comentar las emociones, al tiempo de conocerla, pequeña y suficiente en
habitáculo pero grandioso el patio junta a la muralla de almenas piramidales de lo que fue un viejo
castillo de Gelves. Miguel y Pedro me presentaron ante Martín Madrigal como el de
las crónicas, en el breve saludo comprobé que Martín es lo que muestra:
sencillez y serenidad.
Buen rato seguimos
haciendo lo que tanto nos gusta, charlar unos con otros, nos acompañaron amigos de Planho: Miguel, Luis y también estuvo mi hermano Enrique y Maritina, su poetisa esposa, mi amigo Rafael Polo, ahora vecino de Gelves, 15emero y con magníficos artículos en el blog de su nombre polobrazo.blogspot.com.es. Entre tantas cosas María me comentó que
le gustó mucho la entrada de Facundo Cabral, porque también había percibido en
las piezas de Martín lo que yo, y comentaba que espera las entradas y crónicas con interés.
Hablamos de la Duquesa de
Alba como propietaria de gran parte de la Ínsula de Gelves, de la Peña y del
magnífico Teatro Municipal, que ojala fuese aprovechado con gran frecuencia de
actividades. Aunque la noche era
magnífica y tentadora, la dejé para los flamencos y acompañantes.
Muchísimas Gracias a la Peña Flamenca Alto de la Fuente, a Miguel Aragón a Martín Madrigal y a Emiliano.
Antonio, en nombre de Elprimerlunes
POSDATA:
A estas alturas puedo
contaros que a veces, cuando me siento ante el ordenador conecto con la web de
Martín Madrigal y dejo que suene la música que le tiene puesta, hacedlo y comprobad
porqué mi primera impresión no iba muy descaminada... serenidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario