Me
gusta la referencia a la ausencia del amigo.
“¡Qué esquiva la vida es.!
A
un lado la estás mirando,
Y
al cabo de una mirada
La
vida ya se te fue.”
La
presentación del libro, y la convivencia con amigos y familiares de Alfonso, ha
sido el regalo de este día 8 de octubre del año del Señor del 2018, en el que
Gabriel – después de tanto tiempo – no se queda dormido a la postre…. y a los
postres.
Y
sin embargo la mañana asomaba mal. El rubicundo Apolo ni está ni se le espera.
La temperatura es buena, casi de verano, pero la ciudad está tomada por el gris
denso de una niebla sorpresiva.
A
las once enfilo la Resolana hacia el río con el sol fuera. Al llegar a la Torre
de los Perdigones, giro a la izquierda y a la calle Pacheco y Núñez de Prado.
Es la calle donde Gabriel asienta sus reales.
Después
de un primer tramo pequeño y soleado, la calle, trazada con una regla, discurre
recta hacia la Alameda. Es umbría y poco transitada por vehículos, y a veces
escuchas sólo tus pisadas. Gabriel, como siempre, está de buen humor y hoy
especialmente dicharachero.
La
reunión del primer lunes ha estado en un tris de haberse suspendido por fallos
en la instalación eléctrica del Círculo. Se ha solucionado y todo sigue
adelante.