Me
tocó, al final no me libré. Ahora que estoy jubilado tengo más trabajo que
nunca, obligaciones mías, trabajo voluntario, trabajo al fin y a la postre.
Mis
lagunas mentales son las que han sido siempre, enormes como mi mala memoria.
Satisfecha
la advertencia imprescindible para todos aquellos que esperen la hondura de
ideas que siempre ha recogido mi querido compañero Antonio, esta puede ser la
otra crónica, la que realza la de los otros a fuer de pobre.
Crónica
de la comida de la tertulia y almuerzo de los primeros lunes, en el florido y
lluvioso, cuando no ventoso, mes de mayo del 2018 de la era cristiana, en su
día séptimo.
Un
permanente recuerdo a esa ligazón humana llamada Alfonso, aunque hemos de ir
superando el complejo de huérfanos morales que se nos ha quedado, retomando la
vida donde él nos la dejo dispuesta o como diría el aficionado Antonio, nos lo
dejó todo preparado para entrar a matar, cortar las dos orejas y seguir
toreando la vida que es un buen morlaco o varios.
Cuando
llegué esperaba encontrar a Pedro, el recién ascendido pinche primero a chef y
cual no fue mi sorpresa al comprobar que nuestro nuevo chef no estaba y José
Antonio y Gabriel, habían tenido que asumir la carga del acontecer entre
los fogones.
Disculpas
lógicas hay que aceptar de Pedro que, el día de su investidura, hubo de
acontecer que su querida esposa fue citada para ciertos menesteres óseos por la
sanidad, no sé si publica o privada, pero sanidad y huesos nos casan con
bienestar, así que ahí tenemos al bueno de Pedro asistiendo con toda su
capacidad de consuelo a su doliente, en esos y posteriores momentos, esposa.
Hubo
en esta ocasión otras dos notables ausencias, la de Emiliano, que sigue
haciendo las Américas y la de Miguel que tenía guardia, o algo de similar trascendencia,
que le impidió la asistencia a tan importante evento.
Bacalao al pil-pil:
En esta
ocasión el plato fuerte del almuerzo era Bacalao al pil pil cocinado por un
vasco de los de antes, de esos que se caga en todo con toda la boca, porque
tienen el corazón caliente y lleno de callos, que han vivido esas dos Españas
de otro modo a como lo vivimos en el sur, su posguerra les ha durado demasiado.
Técnica muy depurada la de este casi bilbaíno, no es la primera vez que lo
asienta en el barro y lo condimenta con mucha paciencia. Toda una lección para
pinches y aficionados cocinillas que le asistíamos en su quehacer entre lomos
de bacalao desalado.
Entremeses:
De entremeses
o como me gusta denominarlo, un cocinar distendido ahí, en la mesa de
preparación, una copa entre ollas y fogones, amigos y cervezas, vinos o vermú's
de nuestra tierra.
Solomillos:
Jose Antonio había preparado un macerado de lomos de cerdo,
no retengo si eran ibéricos o canadienses, con extractos de carne, Bovril, de nuestra
infancia, para luego pasarlos por la sartén y redescubrir los gustos mas
antiguos.
Puerros y Tomates aliñados:
Preparó, José Antonio, una cocción de puerros troceados y
aliñados con una vinagreta y con poca salazón, todo ello en una temperatura,
que en esta época, se conserva templada para que la cerveza o el vino las
entone y las adapte al paladar de los compartidores o tertulianos. Unos tomates
aliñados con trozos de cebolla para limpiar los paladares de otros gustos y
abrir la puerta a los nuevos.
Gambas:
En fin, unas gambas blancas que son del gusto de todos y
que se comen y rechupetean mientras vamos diluyendo las ideas en una conversación distendida, amigable ,
sin perder la fuerza del mantenimiento de las propias y defenderlas y contrastarlas, entre gamba y
carne de sabores, de tan viejos, nuevos, su poco de puerro, y el aliño de tomate,
en cualquiera de sus diversas versiones, tomate que no falte, aunque no sean
del terreno.
Se habla de mujeres y mujeres, de feminismo y feminismo, de
las dudas que nos asalta en ese mundo de relaciones nuevas que se está
planteando en la sociedad. Actitud valiente, rebelde, ansias desbocadas para
conseguir lo deseado tantos años, ya ha llegado el momento, fermentando
lentamente, están por conseguir lo buscado, pero en esta situación novedosa hay
que redefinir los vínculos, hay miedo a ser malinterpretados, hay vértigo en el
reequilibrio de las relaciones, tampoco ellas están seguras del nuevo horizonte
y lo sienten, por primera vez desde una posición de fuerza.
Picoteamos los tomates, probamos los trozos de solomillo,
alguna porción de puerros con una vinagreta en su punto. Pero este aperitivo no
nos hace olvidar la histórica evolución de la mujer en la sociedad en general y
en particular en España o Andalucía, por estas tierras. Opiniones varias,
escoradas hacía la izquierda, sin que ello signifique feminismo que también la
izquierda ha pecado de machismo, olvidando que en la mujer confluyen, desde
hace mucho tiempo, dos situaciones, la de fuerza de trabajo, mano de obra que
se abarata al haber una oferta laboral, especialmente proletaria, mas numerosa.
La segunda la de genero, la mujer es mujer, se embaraza y pare, la mujer como
polo de atracción sexual, que apechuga con las consecuencias de cualquier
relación entre los dos géneros.
Ante ello, las fuerzas mas reaccionarias han presentado
batalla en dos frentes, oponiéndose frontalmente, pero de forma sibilina, dicen
que no hay presupuesto para la defensa de la mujer, han postergado sine die una
legislación que entienda de los asuntos mas candentes de la mujer en sociedad,
no se puede intervenir en el libre mercado para igualar las condiciones de
trabajo de hombres y mujeres y así más y más,
Pero cuando la reacción de las mujeres ha sido de
enfrentamiento pacifico y reivindicativo, el pasado 8 de marzo, han pasado,
estas fuerzas entorpecedoras de la progresión de la modernidad y la justicia, a
intentar abanderar la defensa de las mujeres tachando de enemigas del feminismo
a las feministas mas lúcidas o mas exigentes, intentando dividir, una vez mas,
al movimiento en defensa de la igualdad de las mujeres, como en el pasado, en
el presente intentan acabar con descalificaciones chuscas, pero muy graves, con
cualquier movimiento que entorpezca su reaccionaria hoja de ruta.
Entre estas disquisiciones andábamos con sus más y sus
menos, matizados según la ideología del émulo correspondiente, cuando llegó el
experto en el principal plato, muy a pesar de Enrique que con bacalao no suele
comulgar, todo un lujo y saber hacer con dos días de trabajo a sus espaldas,
desalando unos estupendos lomos de dicho pescado y buscando entre los medios
disponibles lo mejor para conseguir que el preciado manjar tome la textura y
sabor adecuado a una condimentación al pil pil. Se pelan ajos, se fríen en una
cazuela de barro hasta que adquieren un dorado al punto, se apartan y se
introducen los lomos de pescado, emborrachándolos con aceite del ajo frito,
enriquecidos de sabor, se ponen al fuego y lentamente comienzan a desgranarse
los lomos, se deshojan, se abren, muestran sus onduladas piezas, que se juntan en vida y se separan en
la cocina. Sigue la conversación por derroteros mas banales o ligeros, algún
golpe filosófico de Gabriel, puntualizaciones varias de Antonio, que no solo
entiende de toros, ha vivido demasiado por Triana, ha sido demasiado tiempo
proletario como para no tener la mente tan cerca de la dialéctica marxista, eso
si, con un toque de flamenco. Alberto sigue en la transfiguración del bacalao y
para ello después de una larga cocción en aceite, se pone los guantes de cocina
para no quemarse mas de lo imprescindible, e izando la enorme cazuela de barro,
mueve, menea, marea en un continuo movimiento giratorio, hace danzar los lomos
para hacer que el aceite del sofrito de ajos, el que le ha ido robando jugos al
pescado, homogeneizando el sabor, abriendo las lamas en que ya se han
descompuesto los lomos. Después de un rato de preparación, Alberto decide que
el pil pil ya tiene el punto y nos trasladamos a la mesa del comedor.
Enrique hace un esfuerzo, no excesivo, y junto con los
demás, damos cuenta del manjar que un vasco nos ha cocinado.
Orgullo de vasco que comienza a supurar por todos los poros
de su cuerpo y al hilo de lazos amarillos y cruces en las playas, comienza la
historia de las Españas, de las que algunos hemos vivido, en un tiempo que se
nos debía quedar muy lejos, pero que nunca acaba, es la condena de la
repetición, pero este vocero de lo vasco cuenta, historia de otros mas duros
tiempos, cosas de allí, de su tierra y de la Guardia civil, y de los que no
querían ser meros súbditos del dictador enano, pagando el precio que en
aquellos momentos se pagaba por ser libre o ser persona.
Confesiones de una persona que entiende de otra forma lo
que se siente cuando no se está de acuerdo con el poder, con ese poder que no
aprendió historia.
Antonio recuerda su viaje a Bilbao y la incesante lluvia,
un Bilbao gris, la desconfianza entre los vecinos, como nos traiciona el
subconsciente, que gris, que gris, que triste, desconfianza.
Natillas con soletillas
De postre, natillas con soletillas, creo que muy buenas que
ayudan a distender el ambiente, nos entendemos bien.
Un detalle y un recuerdo, se sacaron una o varias botellas
de un vino de Ribera del Duero que me hizo recordar a Alfonso y su intolerancia
a todo vino no riojano.
Luis
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