La sandía: Con tu permiso amigo Pedro. Para icono, el color también importa.
¡Qué
titánica tarea la del cronista! Tener que regurgitar lo
vivido en vómitos de palabras imprecisas. Y todo porque Antoñito está en la
playa cuidando amorosamente de los hijos de sus hijos.
¿Y
si grabáramos nuestras comidas, Antonio? Mataríamos varios pájaros de un mismo
tiro.
¿Cómo?
Vale, vale. Nos faltaría entonces la palabra y su poder evocador. Te entiendo.
Es cierto, sólo la palabra se ve capaz de resucitar un recuerdo que vuelve
refulgente y transmutado por la memoria. Ya lo dijo García Márquez (copiando a
María de Maeztu): “LA vida no es como la vivimos, si no como se recuerda”. Todo
sea, pues, por dejar recuerdos hilvanados con palabras apresuradas.
Vamos
a lo que vamos. “El que pierde la mañana, pierde el día” dice la biblia.
A
las nueve quedo con el Vizcaíno en la calle. A las nueve llega. El amigo
Alberto es un amigo puntual.