La sandía: Con tu permiso amigo Pedro. Para icono, el color también importa.
¡Qué
titánica tarea la del cronista! Tener que regurgitar lo
vivido en vómitos de palabras imprecisas. Y todo porque Antoñito está en la
playa cuidando amorosamente de los hijos de sus hijos.
¿Y
si grabáramos nuestras comidas, Antonio? Mataríamos varios pájaros de un mismo
tiro.
¿Cómo?
Vale, vale. Nos faltaría entonces la palabra y su poder evocador. Te entiendo.
Es cierto, sólo la palabra se ve capaz de resucitar un recuerdo que vuelve
refulgente y transmutado por la memoria. Ya lo dijo García Márquez (copiando a
María de Maeztu): “LA vida no es como la vivimos, si no como se recuerda”. Todo
sea, pues, por dejar recuerdos hilvanados con palabras apresuradas.
Vamos
a lo que vamos. “El que pierde la mañana, pierde el día” dice la biblia.
A
las nueve quedo con el Vizcaíno en la calle. A las nueve llega. El amigo
Alberto es un amigo puntual.
El
día diáfano y la mañana agradable. Corre brisa. El soplo de las noches
calurosas aún no ha contaminado el frescor de las mañanas de este julio. Olor a
café. El personal desayuna en las terrazas y charla. Hay que hacer la compra
para la comida. Sin encomendarnos a dios ni al diablo decidimos los entremeses
al alimón. Pondremos mejillones con pipirrana, tomates y pimientos del piquillo
con cebolla fresca y langostinos. Vamos hacia el Círculo. Paramos en el mercado
de la encarnación para unas compras. Dan las doce en el reloj y Alberto está
abriendo la puerta. Dentro un vaho de sitio cerrado y de comidas pretéritas.
Abrimos las ventanas y se ventila.
Mejillones con Pipirrana:
Ingente
tarea la de esta comida. Hay que cortar bastante cebolla, picar pimiento y
tomate para la pipirrana. Pelar los langostinos y cortar en trozos los
pimientos del piquillo. Como plato fuerte haremos bacalao a la dorada. El
bacalao lo hemos comprado desmigado pero aún hay que trocearlo más. Es bacalao
congelado y viene ya desalado. Nos ponemos manos a la obra los dos. Al poco
aparece José Antonio. Viene del médico un poco contrariado. Le han confundido
la cita médica. Otra mano más.
La
pipirrana es lo primero que acometemos para añadirle luego los mejillones.
Luego al frigorífico para servirla fría.
Como
no es costumbre en el personaje, la asomada temprana por la puerta, al
contraluz, de Miguelito, parece una aparición mariana. Miguel ha logrado darle
esquinazo al cuñado, que tiene su mérito. Miguel, desde su jubilación está más
activo y hasta ha engordado un poco. ¡Lo que hay que ver por ojos tener!.
A
Miguelito le apasiona la polémica filosófica y cultural. Son como sus juegos
florales. Como el pescador lanza la caña con su anzuelo. El anzuelo, esta vez, es
una máxima del filósofo Schopenhauer. “el saber viene proporcionado por la duda
constante. A más duda más conocimiento, a menos duda menos iluminación”. Al
anzuelo acude voraz un pez llamado Alberto. No estés de acuerdo. Poco a poco
todos nos involucramos. Se origina un barullo propio de un convento de frailes.
In termino medio virtus. No dudar de
nada sería una insensatez, dudar de todo posiblemente fuera un tormento.
Tres entradas: Langostinos con pimiento rojo, aliño de tomate y mejillones
Sigue
la faena. Se incorpora Luis. Armando no puede hoy, está en Granada.
De
los palacios del saber bajamos a las cabañas de la intranscendencia. En los temas
banales y cotidianos la temperatura coloquial baja enteros.
Hoy
todo el mundo es tempranero. Los alarifes, se presentan cuando todavía no son
las dos de la tarde.
Las
viandas ya están emplatadas: los mejillones con pipirrana, unos tomates con
vinagreta, los pimientos rojos con cebolla y langostinos, y unos encurtidos.
Las
primeras cervezas. Los primeros vinos. El bacalao a la dorada con los pimientos
será nuestro plato fuerte del día. El bacalao, hechos los preparativos, se hace
pronto. Pero debe cocinarse y servirse, si no se enfría enseguida.
De
la mesa rectangular y hospitalaria, consumidos los aperitivos, pasamos a la
mesa redonda. Los “caballeros” han calmado su ansia. Se sirve el bacalao a la
dorada y los pimientos con langostinos.
La
comida resuelta como quería Cervantes: “Limpia, sabrosa y abundante”. De
postre, la familiar y sabrosa sandía del tiempo.
Bacalao a la dorada:
Se
vacían copas y se vuelven a llenar. Calculo que hemos trasegado dos azumbres de
vino. La charla discurre suave, entretenida. Pero esta vez, sin que nadie se lo
proponga no se entra en conversaciones sesudas. Se deja que el mundo siga
girando despreocupadamente. A fin de cuentas “todo ha sido, es y será una misma
cosa”. Se abraza por todos el tema tan traído y llevado (Tan literario también)
del tiempo pasado. Todo, claro tamizado por la memoria. Amores de juventud, la
vida vivida como se inspira el aire, la fuerza, el vigor… . Los usos y
costumbres de la seducción y el sexo de antes y el de ahora, todo
agradablemente revestido de cierta añoranza.
Y de postre Sandía:
El
café y el consabido chupito.
Emiliano
y Enrique nos comentan que PLANHO, su sociedad, ha quedado entre los cinco
seleccionados para la realización del proyecto del nuevo hospital “La Paz” en
Madrid. Es una buena noticia. Vemos el anteproyecto y el futuro hospital será
enorme. El sol vuelve a salir después de tiempos nublados. Suerte para ellos.
Si lo consiguen será, desde luego, la recompensa al talento y al esfuerzo.
Sobre
las seis de la tarde nos levantamos. Fuera, al sol robusto aún le quedan cinco
horas de vida y pega fuerte.
Los
amigos se citan para la próxima comida del mes de septiembre… si somos vivos.
Agosto es para los comensales, como para la judicatura, un mes inhábil.
Leo
la crónica antes de mandársela a Antonio. Ha salido algo telegráfica, de frases
simples y puntos seguidos. “Azoriniana”, salvando las distancias. ¡Ah, las prisas!
Aquí
la termino, en Algámitas. Escuchando ya los primeros cantos perseverantes de
los grillos que se aparean. Dentro de poco, el orto de la luna sobre el cerro
de enfrente, casi rozándolo, aparecerá como un prodigio.
Buen
verano a todos.
Sevilla,
Julio de 2019
Pedro
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