miércoles, 16 de mayo de 2012

De Zacapa a Copán

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Zacapa se encuentra en la zona oriental de Guatemala. Allí estábamos a las ocho de la mañana del pasado martes dia 8 de mayo, Juanjo Mercader, Ana María Silva, Mariano Guzmán, su marido y "el que suscribe" para una reunión preliminar sobre el proyecto del Nuevo Hospital de la Región Oriental de Guatemala.

Tras la reunión con los representantes de “la propiedad”, el Instituto Gualtemalteco de Seguridad Social y visita solar, en la actualidad ocupado pon un circo, los del circo tienen claro que eso de las inversiones públicas van para largo, Mariano nos propuso ir a visitar las Ruinas de Copán. Obviamente era una oportunidad magnífica. En el mapa, Copán aparece cerca de Zacapa, aunque pertenezca a Honduras, pero entre las vueltas que da la carretera, el estado del firme, las colas por reparaciones y derrumbes y todo hay que decirlo, alguna equivocación de Mariano en la elección de la ruta, el viaje fue "algo pesado", "pensionoso" dice mi amigo Pedro que llaman en su pueblo a esta situación entre la molestia y el fastidio, entre el inconveniente y la incomodidad.

Llegamos a Copán, cansados por "lo pensionoso de la cosa", pero contentos, como suele ocurrir en las idas, que no siempre ocurre en las vueltas, y no sin algunas anécdotas, anécdotas que pasan bastantes desapercibidas para los nacionales, como pude percibir en Ana María y Mariano, joven y avenida pareja guatemalteca, poco dados al aspaviento ó a la muestra excesiva de emociones poco emocionantes, como suele ocurrirnos a los latinos. Y es que para entender al guatemalteco, al igual que a sus vecinos centroamericanos, hay que buscar más en su orgulloso acervo malla, proclive al entendimiento, a la rutina, al orden natural de la vida, que al "reciente pasado" colonial, más proclive a lo imperativo, a la obligación y al "orden establecido".

Volviendo a las anécdotas o historietas, decía que poco pueden interesar a un guatemalteco, como hemos deducido, pero pueden divertir a un español convencional, o sea, al noventa y nueve por cierto de los españoles, si no fuera porque además de convencional, para que la anécdota interese, se requiere de un mínimo de entenderas, de agudeza, de un mínimo interés porque la cosa interese, y ahí el porcentaje sufre una merma considerable.

Pero volviendo, ahora si, a las anécdotas, empiezo, como se merece la ciudad donde se destila el mejor ron del mundo, que no es otra, la ciudad, que Zacapa y el ron, no es otro que Zacapa. No estaba dispuesto yo a irme de vacío, de Zacapa. Una leve insinuación y diligente la respuesta de Mariano Guzmán, para poner en marcha el operativo. Pero para mi sorpresa y la de Juanjo, Mariano partió hacia más al Oriente de Zacapa, donde según nos revelaba, se compraba mejor el ron Zacapa, esto es, más barato. El sitio era y es, en la ciudad vecina de Chiquimulas. Un extraño comercio, extraño para un español convencional, claro está, que no para un lugareño, una nave algo destartalada, repleta de infinidad de artículos, a medias entre un gran colmado, ó colmadón y un "mercadona". La explicación que nos dio Mariano, sobre la inusual baratura del ron, tenía que ver con los modos y maneras “arcaicos” de la gestión del negocio. Un negocio, levantado por ese tipo de negociantes de leyenda, que trabajan de día y de noche, que compran, que transportan, que venden, que organizan, que escriben ellos mismos las ofertas a rotulador, que pagan al contado y al precontado, que van regateando por los campos, por los mercados de mayoristas, que conducen su propia camioneta donde transporta, en las vueltas ron, huevos, patatas y cacerolas y en las idas fajos de billetes, billetes usados, billetes renegríos en paquetillos, billetes de verdad, dinero de verdad, no como el de “bankia”. Así les va al uno, así les va a los otros.

Resuelto lo del ron, que era lo importante, partimos para la frontera de “el Florido”, por Camotán, no sin antes hacer un circuito innecesario, que en otra ocasión podríqa ser oportuno para disfrutar de la temperatura ó del paisaje, pero no es este el caso. He llegado a la conclusión de que lo más interesante de la zona, es el ron Zacapa, perdón por la insistencia. El paisaje es duro, árido, y la vegetación tropical se rinde a los cactus y a los espinos. La temperatura, como la de Sevilla en la primera semana de Agosto. Y aquí viene la segunda anécdota. Antes de llegar a Camotán la primera cola, cola como se dice en Guatemala a la fila de coches parados ante alguna incidencia, ante un derrumbe en este caso. La cola no dura más de treinta minutos, en nuestro caso fueron veintidós, veintidós como los del “duo sacapuntas”. No dura más de media hora, porque esta es la fracción de tiempo que en periodos alternativos, usa la retroexcavadora en sus tareas de limpieza y descombro y a continuación, los vehículos que vienen o se dirigen a El Florido, como era nuestro caso. Media hora que también de forma alternativa usan familias al completo de humildes lugareños para vender a los deshidratados viajeros, dulces caseros, líquidos variados o frutos secos, todo ello en envases y envolturas de dudosa procedencia. La necesidad agudiza el ingenio, seguro que estos esforzados habitantes de la zona, ya saben donde se va a producir el próximo derrumbe.

UPor fin, la frontera del El Florido, largas colas de largos camiones articulados, con grandes containers, esperando procedimientos y visados, los chóferes mientras jugando a las cartas, ocupando las escasas sombras y otros dormitando en hamacas colgadas de la barriga de los trailers, donde nunca da el sol. Personajes diversos deambulando, vendiendo gorras y avalorios varios y otros rondando con fajos de billetes de diferentes colores, jugando con la gomilla que los abraza y ofreciendo cambio a todo el que se les acerca. Es curioso, en todas las fronteras, de todos los países, los cambistas son parecidos, usan viseras parecidas, los pantalones más bien caídos y a menudo llevan un palillo entre los dientes. Pero la verdad es eso pasa también con revisores del tren, los pescadores de los puertos y los guardias de tráfico, también se parecen en todos los países. Y a uno le asalta la misma pregunta que le ha asaltó en otros tiempos en otras fronteras, entre Republica Dominicana y Haití, entre Argentina y Uruguay, entre Marruecos y Argelia. Para qué este disparate? Quién gana con esto?. Que aranceles se pueden imponer y contrarrestar mutuamente entre Honduras y Guatemala?. Sencillamente he renunciado a entenderlo. Pero la anécdota de la frontera de El Florido, costó 200 quetzales, algo menos de 20 euros, esto es lo que le costó “el tramite” al que suscribe, por no llevar pasaporte. Conclusión, a veces hay “tramites” de escasa regulación, pero tremenda efectividad.

Diez kilómetros desde la frontera hasta la ruinas de Copán. Empiezan a perder la batalla los cactus y los espinos y de los valles y montañas se apodera de nuevo la frondosa vegetación tropical. Aumentan los antipáticos badenes que te obligan a reducir casi hasta la parada, la velocidad del vehículo y empiezan también a aparecer más controles de policía coincidiendo con algunos badenes. En uno de ellos surge otra anécdota. Dos policías, jóvenes, muy bien uniformados, con hechuras externas educadas, impecables, y cual es nuestra sorpresa, al menos para Juanjo Mercader y para mi, que ocupábamos los asientos traseros del cuatro por cuatro y habíamos sido previamente escrutados por los policías, con una mirada entre displicente y esquiva, cuando uno de los policías llama a una joven nativa bien parecida, que aguardaba al borde de a carretera para que se acerque y nos conmina, eso sí, amablemente, a que le proporcionemos una ayuda, ayuda que Mariano resolvió con la diligencia adecuada, con la naturalidad adecuada. La misma naturalidad con que se retiró la chica a su lugar de origen, no sin antes dar las gracias con una sutil sonrisa, al tiempo que el guardia, asentía levemente, diciendo aquello de “pueden seguir”, mientras hacía el rutinario ademán, de tocarse levemente el borde de la visera con lo dedos índice y pulgar. La naturalidad de la operación, la rutina de la cosa, se debe a que la chica y el policía, entrenan lo suficiente. No cabe duda de que la chica y el policía se entienden. Es más, puede que hasta se amen.

El valle de Copán aparece majestuoso desde la altura. Es un valle fértil, frondoso, con algunos poblados ademas de Copán que es el principal, Copán guarda cierto aire colonial, con calles empedradas y casas en su gran mayoría de una planta y huecos proporcionados, que se traducen en calles con largas fachadas de varios colores, fachadas amenas y tranquilas a la vez. Ventanales con postigos de madera, sencillas rejas de hierro fundido y aleros de teja. Cierta tranquilidad para la vista, cansada de tanta construcción débil e inmediata, desparramada por las zonas rurales del trópico, construcciones de porches improvisados, ventanas desordenadas, cubiertas de chapas de zinc y un cierto aire efímero, como aguardando al primer ciclón para irse con él.

Casi continuo al pueblo de Copán, están las ruinas de lo que fue la ciudad maya de Copán. Todo muy cuidado, una ruta diseñada para el visitante para participar no solo de lo que queda de la arquitectura maya, que es bastante, sino también para reconocer el entorno, la fortaleza de la naturaleza, los cantos de los pájaros de todo tipo y los coloridos de las buganvillas silvestres y hasta de los guacamayos.

Las ruinas impresionan. Impresiona la fortaleza formal de sus volúmenes, al tiempo que la delicada armonía de su implantación, respetando los huecos del bosque ó integrando los arboles con la arquitectura, impresiona la gravedad de las "montañas de piedra", al tiempo que la ordenación de escalinatas, de gradas, para configurar plazas, espacios para el encuentro, para el divertimento ó para el deporte, espacios polivalentes que diríamos hoy y que inventaron hace ya muchos siglos, incluso milenios, babilonios, egipcios, griegos ó mayas. Nosotros llevamos ya mucho tiempo no inventando nada nuevo para la ciudad, que no sean, viviendas adosadas para mal vivir bien, centros comerciales, no para el encuentro, sino para el consumo y espacios culturales que no sirven nada más que para ser inaugurados por alcaldes irresponsables.

Uno empieza a sentir que "profana" la tierra de nuestros antepasados. Todos los antepasados de la tierra son antepasados de los que habitamos este planeta, aunque no sean antepasados directos. Una mezcla de turbación y respeto, ante "nuestros antepasados", ante los antepasados directos de nuestros amigos Ana Maria y Mariano. Si pudiéramos adquirir en la farmacia o en el super, dosis de su sabiduría, de su paciencia, de su resignación ante los dioses de verdad, la naturaleza, los amaneceres, las lunas y los cantos de los pájaros. Solo gente sabia, paciente, delicada, sosegada de espíritu, pudo construir esto. Paseando por estos caminos, sentado en la grada de una pirámide o recostado junto a la tapia de un templo, es estremecedor imaginar a estas gentes dominadas por guerreros castellanos violentos y frailes iracundos.

Hicimos el recorrido por lo que fue Copán maya entre las dos y las cuatro de la tarde, la hora que menos nos habrían aconsejado los mayas para estos menesteres, a estas horas ellos estaría tranquilamente recostados en sus hamacas, dormitando la siesta mientras observaban como la suave brisa mecía las copas de las caobas, las ceibas ó los cedros. Terminamos el recorrido en la cantina del parque con ingesta generalizada de coca-cola, tan denostada en bastantes ocasiones y tan socorrida cuando aparecen los primeros efectos de la deshidratación tropical.

Mariano, nos urge para emprender el viaje de vuelta, Mariano es precavido, virtud aconsejable en cualquier sitio, pero imprescindible en algunos lugares y tiempos. No quiere que se haga de noche, al menos sin haber llegado al tramo de ruta que domina. El tramo de ruta que domina a la perfección es el comprendido entre Chiquimulas y Guatemala y es que Mariano es en parte chiquimuleco ó chiquimulteco, que ahora no recuerdo bien, como nos dijo él que es el toponimico que corresponde a los habitantes de Chiquimulas. Digo en parte chiquimuleco ó chiquimulteco porque sus padres habían nacido en Chiquimulas y a Chiquimulas venía él, de niño al terminar el curso escolar en la ciudad de Guatemala, a vivir las vacaciones con sus abuelos y yo no puedo evitar, mientras el todoterreno avanza violentamente, sorteando baches y badenes y la penumbra de la tarde-noche propicia sombras y añoranzas, sentir un pellizco en el pecho, la nostalgia concentrada en las sienes y un nudo en la garganta. Tan lejos y tan distantes en la geografía y en el tiempo y todo tan igual. Mariano es de alguna forma chiquimuleco ó chiquimulteco, que ahora no recuerdo bien como es el toponimico. Ahora es más fácil entender porqué sabía él, donde se vendía el ron Zacapa más barato, que no es otro sitio que en un comercio de Chiquimulas, una nave destartalada a medio camino entre el colmadón y un "mercadona"

Llegamos a la capital como a las ocho de la noche del martes. Habían pasado veinticuatro horas desde que pisamos Guatemala, nos habíamos levantado antes de las cinco de la mañana. Cena rápida en el hotel y a las nueve llegué a mi habitación, pero no recuerdo nada más.

Empezé este articulo al día siguiente de nuestro viaje a Zacapa, pero lo concluyo ahora, al sexto día, hoy lunes 14 de Mayo mientras hago espera en el aeropuerto de San Salvador, donde el avión de Iberia, hace escala, hacia Madrid. Como no estoy seguro, a pesar de tenerlo entre mis objetivos, que otro día escriba un artículo sobre el viaje de turismo que el sábado hicimos Juanjo y yo, a Antigua Guatemala, solo quiero hacer una ligera reseña, decir al colega, al amigo, que ha tenido la paciencia de llegar hasta aquí, que Antigua Guatemala, es un sitio mágico, es una ciudad viva, pero como detenida en el tiempo, que conviene ser visitada y disfrutada. Otro día contaré sobre aquellas ciudades, aquellos sitios donde no me importaría quedarme a vivir. Son ya muchos, pero Antigua estaría entre los primeros. Si algún día me pierdo y me quereis encontrar, Antigua podría ser el paradero. A antigua fuimos llevados y traídos por Mariano, otra vez más la amabilidad natural de Mariano, que nos argumentó, que se quedaba más tranquilo transportandonos en su vehículo, que viajando por nuestra cuenta en las camionetas populares, que efectivamente, tal como nos contaba Mariano, y pudimos comprobar, más que trazar las curvas, las enderezan y más que bajar las pronunciadas pendientes de la abrupta orografía guatemalteca, se arrojan por ellas, como si fueran perseguidas por el mismo demonio. Gracias Mariano, por todo. A partir de ahora, Mariano Guzmán, será para mí, Mariano Guzmán "El bueno".





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