jueves, 7 de diciembre de 2017

Encuentro 3 y 4 de noviembre de 2017 (Granada)



Hace tan sólo un día que se ha celebrado el día grande de los cementerios de España, el día de los difuntos, de los muertos o de las ánimas. Me gusta más el segundo nombre porque me resulta más cercano y directo, así lo nombraban mis padres, mi abuela y la gente del barrio. Todos los cementerios se han llenado de visitas de familiares de los que allí posan. Ha habido muchos trasiegos, rezos, comentarios, llantos y alguna sonrisa, se han llenado de flores las tumbas, sepulturas, nichos y panteones y se han cubierto de color y olores, en definitiva de todo lo que allí falta: de vida.

Se vuelve a reponer el Don Juan Tenorio del vallisoletano José Zorrilla. La Hostería del Laurel es más visitada que de costumbre para tapear y ver si coinciden con alguna representación del Don Juan, y los sevillanos descubren que hacía tiempo que no paseaban por el Barrio de Santa Cruz, hoy colmado de turistas que bienvenidos sean por su curiosidad por nuestra historia, nuestra cultura y manera de entender la vida y no por su dinero.

Lo que entiendo, pero no justifico, es el porqué las instituciones declaran festivo el día anterior, el día uno, el de todos los santos y es que en definitiva importan más la iglesia oficial que el pueblo llano que se duele cada año con el recuerdo de sus seres cercanos y profundamente queridos. Así nos ponen las cosas los influyentes poderes, como a ellos les viene bien o simplemente para que quede claro el principio de ‘autoridad’ en el orden establecido, quien es quien decide y quien puede reconducir sentimientos afectivos tan naturales y viejos como el homo sapien que, por cierto, no tenía santos y sí muertos.

La cueva:

Sin duda este peculiar encuentro desubicado geográficamente de la rutina lugareña de El Arenal de Sevilla, e incluso algo adelantado de fecha es justamente representado por la cueva granaina que Emiliano ha retocado para que quede como muestra la imagen.

La salida:

El día tres, el del encuentro, transcurría con tendencia al gris, día de pocas sombras y  con tendencia a lluvias lo que implica coches a la calle, en lugar de paraguas, lo que junto a ser viernes que terminan las jornadas de trabajo - cada vez más tedioso por lo poco considerado y mal pagado - , el personal sale ‘como alma que lleva el diablo’, todos a la vez y todos atascados. De tal manera que para ir hacia el Este tuvimos que coger para el Sur, opción que también fracasó y por ello hubo que tornar a otra alternativa: la que une la salida de Cádiz con la de Granada-Málaga buscando Alcalá de Guadaira o de los Panaderos, como la llamábamos antes cuando Alcalá nutría de pan a media Sevilla.

La comida en Arahal:
Hasta última hora estaba garantizada la participación en la pequeña Odisea de Alfonso que tuvo que declinar el paseo por razones personales, cosa que le torció la sorpresa que nos tenía preparada, también a nosotros. Alfonso contaba con repartir en mano en La Mazaroca la invitación a un genial acto en fechas próximas y que daremos cuentas del mismo en este blog en la siguiente publicación. De igual manera estaba confirmada la imposibilidad de participar de Alberto que subía al norte por compromisos fraternales muy a valorar y la de Luis que se encaminaba al alto Perú.

Tarde ya, por los contratiempos, y bajo paraguas nos encontramos todos los audinautas en la taberna La Mazaroca del Arahal, “lugar del camino para parar y descansar” como bien ya anuncia el propio nombre del pueblo. Taberna recomendada por Enrique que tiene la fortuna de visitarla a menudo…

Solomillo:

Este es uno de los platos de una lista interminable que dispone esta taberna, platos todos muy bien presentados y mejor cocinados, todos con buenas soluciones profesionales. Pudimos, por tarde, encontrar mesa y así además de este plato tomamos una suprema de rosada y una fritura de verdura y gambas, similar a los ‘calamares del campo’ o un ‘tierra y mar’ que se preparan por tantos bares de nuestra tierra. Hay que decir o resaltar el buen nivel del frito de La Mazaroca y también el que tantos profesionales dominan como buenos alumnos que han sido de esas miles de mujeres que lo han ido perfeccionando siglo tras siglo.

Lo que decíamos, para que más. En cuanto al vino Enrique creyó que Ramón Bilbao era un buen vino para acompañar el solomillo y por qué no mantenerlo para acompañar el resto de platos.


¡ El café !. El café lo tomamos dentro de un rato, para hacer más relajado el viaje dijo Miguel,  además Granada nos espera tranquila, no se va a ir tras Boabdil. Eso sí ¿Dónde paramos?.

_ Emiliano respondió que en ‘La Venta del Cruce’.
_ ¿Qué cruce?.
_ ¡Bueno!, si no la conoces, entonces en ‘Cá Manolo’
_ ¿Qué Cá Manolo?

Y aquí la liamos, porque ¿Cuántas ventas del cruce habrá en España y cuantas cá Manolo?, lo cierto es que todos sabíamos a cual nos referíamos y allí nos vimos, después de que toda el agua no caída en los últimos meses cayó de una vez sobre nosotros.

El viaje:
 
El viaje lo hice en un coche que inicia el futuro de los utilitarios, un mixto, un vehículo que genera electricidad con su propia marcha y acumula en batería que utiliza a voluntad, cuando entra en funcionamiento se hace el silencio, el motor de combustión ha dejado de funcionar y lógicamente el tubo de escape con lo que ello significa… Las petroleras y países involucrados rentistas del petróleo llevan tiempo frenando el desarrollo de estos utilitarios. En definitiva sus competidores en energía ya sean las sostenibles o la nucleares. Por el miedo a estas últimas, las petroleras según dicen, facilitaron el surgimiento de Greenpeace,
'leed esto sobre Greenpeace que no es un mindundi quien lo publica'


Lo que no quita, que a veces tus ideas perversas se puedan volver contra ti mismo. Ojalá petroleras y nucleares se anulen entre ellas y se desarrollen las energías limpias y sostenibles: eólica, solares, mareas, saltos de agua, etc. etc.. 

Creo que fue pasado Antequera, por las zonas altas de Loja donde llegó el diluvio y  donde la tarde se hizo noche ayudada de los negros nubarrones y la lluvia.  Hubo que aminorar la marcha hasta mínimos porque hasta granizo cayó y algunos vehículos pararon, de vez en cuando relámpagos y rayos ayudaban con su luz a ver las señales que nos indicaban el km por el que marchábamos, pero durante un buen trecho del camino la cosa estuvo animada, digo: mojada.

La tecnología de comunicación rindió con lo que se le demanda, faltaría más, así como los fogonazos naturales, de tal manera que nos informábamos a qué distancia íbamos uno del otro, quién iba el primero, por el Km que pasaba y cuando hubo que parar. Decía ¡faltaría más! Porque una cosa es el servicio y otra, muy distinta, es lo que hay que pagar mensualmente por ellos (antes bimensual y ahora mensual para reducir el impacto) pago que nada tiene que ver con su coste, de ahí las cuentas de resultados de las operadoras.

Entrada a la cueva:

El café fue rápido para compensar la baja velocidad media, pero poco después estábamos en la gasolinera con super, cercana a la casa de Emiliano, que nos permitió proveernos, dada la climatología, de material para cenar de manera improvisada y contra programa, en la cueva remozada por el mismo Emiliano, con unas chacinas de la tierra con unas cervezas y tinto mientras nos explicaba los intríngulis de las obras.

Emiliano no sólo maneja espacios, estructuras y formas que plasma en un folio como bocetos de cuadros, no sólo ideas ya sean de una simple cueva - el aposento primigenio del hombre - o ideas de tremendos edificios, sino que disfruta pasándolas del papel a la realidad. A Emiliano le gusta el contacto con la tierra, ladrillos y cementos, pinturas e iluminaciones, construir la salida de humos que surgirán misteriosamente de la ladera de la montaña. Emiliano confiesa que se libera de las penurias diarias que desde hace algunos años invaden todo nuestros espacios.

Copa:

Podríamos habernos llegado a tomar una copa a Plaza de Toros o a cualquier otro simbólico lugar de Graná, pero las lluvias imprevisibles que iban y venían aleatoriamente nos frenó, de manera que paseando hacia los túneles, con las huertas y el río Genil a la izquierda poco visibles por la hora, nos sentamos en un lugar atractivo y cómodo en el que conversamos respetando el conjuro unánime de que no se hablaría de Cataluña.

Miguel, siempre ocurrente nos narró, porque Miguel no cuenta Miguel hace narraciones de las conversaciones de los ‘sabios populares’ que trabajan con él, en este caso sobre los hijos de los mandamases, sí esos que están colocados por ser hijos de… ¡Que sí! ¡Que sí! Que están todos metidos en las diputaciones, ayuntamientos, agencias y por todos lados de la Junta, coño que se reconocen muy fácilmente, na más que los ves. Son todos esos niñatos que tienen los coches de los aros y las casas con cristales. Esto último dio mucho de sí.

Allí vimos llover con intensidad nuevamente, un fuerte chaparrón procedente de la tormenta que habíamos dejado atrás y que ahora desaguaba a la entrada de la ciudad.

La vuelta a casa la hicimos sin prisas bajo una llovizna muy suave y ligera, en breve llegamos al arco que deja la acequia del cadí para llegar a casa de Emiliano donde nos distribuimos las camas: unos eligieron la cueva y el resto la casa.

De buena mañana:

No se les pegan las sábanas a los primerlunenses y pronto pudimos comprobar que a efectos de agua habría algo más que las de las duchas, predominaban los tonos parduzcos en las laderas de la montaña, porque el sol estaba oculto por nubes oscuras y cargadas de agua, pero éstas no evitaban la impresionante vista de los cerros que teníamos al otro lado del Genil, grandes cierres de cristal dejaban una imagen natural y real que no era, por cierto, un gran mural porque este que teníamos delante cambia continuamente de luces y colores.

Hacia la izquierda los tejados mojados y parte de las fachadas de las casas también son atractivos, siempre sugerentes, pero había que irse a por la cafeína, con paraguas desde luego, y con las tostadas ya desarrollaríamos el programa del día.

Sentados y de sobremesa matinal, a la espera de que aminoraran las aguas, Emiliano, el anfitrión, nos contó los orígenes de las ahora dos casas y antes la de los padres, las utilidades de la cueva que él mismo le sacó y los encuentros en ella con Pedro y Miguel, en los años mozos, pero como no escampaba las conversaciones cruzaron el charco del Atlántico y varias e interesantes anécdotas vividas por Emiliano conocimos con sorpresa y emoción… ¡Escríbelo Emiliano!, le propusimos algunos.

Que nos gustan a las personas las narraciones, tanto o más que a los niños los cuentos. Pasaríamos horas intercambiando las historias, las vivencias de unos y de otros. ¿Fue Homero el primero en darse cuenta de la demanda de la ciudadanía por conocer los sucesos de las gentes?.

¡Bueno! Propuesta uno: al centro de la ciudad pese al agua, propuesta dos: visitar el Centro Comercial Nevada de Armilla, un centro al que la Junta ha de indemnizar con 157 millones de euros por suspensión de licencia, unos milloncillos que pagaremos entre todos, una visita al Hospital Campus de la Salud, unas compras para el almuerzo y unas tapas en el Diamante… Se eligió la segunda.

Centro Comercial Nevada:

Decían Emiliano y Enrique que el centro es desproporcionado respecto a la población que pueda cubrir porque ésta no llegarían a los 400.000 habitantes. ¡Ya veremos cuanto aguanta!. Lo que si era cierto es que las proporciones eran enormes en superficie, aparcamientos, tiendas y restaurantes, etc.

Después de ver como se sintetiza o materializa toda una teoría económica como la de “El Mercado” en esas grandes superficies, de ver como fecunda la praxis del consumo más vario pinto, de chismes y baratijas, para satisfacer cualquier antojo por muy inservible que sea. Después de esto no es difícil entender que pueda aparecer una reacción social a todo ello, que surja un movimiento hacia todo lo contrario, como la nueva era o tendencia DETOX (o desconsumo) “leer a Ignacio Ramonet” 

¿Se extenderá lo detox o se extenderá la tradición zen (austeridad, simplicidad y pobreza)?.Algunos harán todo lo posible porque no sea así.

Campus de la Salud:

¿Cómo no visitar al hijo? Y en efecto Enrique y Emiliano no podían dejar de visitar el último Hospital construido en Granada que tampoco tiene nada de pequeño, pero con mejores intenciones que Nevada. Tuvimos sensación de tranquilidad o de poco bullicio por la poca gente que circulaba por los enormes pasillos, un edificio público de una dignidad tremenda e inimaginable en buena parte de países avanzados. 

Pedro también añoraba la visita dado que fue partícipe en el aspecto de la atención a los ciudadanos, a los visitantes que esperan y desesperan por sus familiares enfermos. Pedro dejó textos de fácil lectura, no sólo por sus dimensiones, que también, sino por su contenido en cada una de las plantas del hospital. Textos de viajeros que llegaron a Granada en diferentes siglos y que quedaron enamorados de ella. Un trabajo concienzudo, un trabajo de búsqueda y selección que le exigieron horas y horas hasta definirlos. (Aunque se publique este encuentro sin ninguno de ellos, añadiré más tarde alguno al mismo).

Paraba a ratos la lluvia, lo que permitió que permaneciéramos secos todo el tiempo. Entre un lugar y otro podíamos contemplar cercano “El Cerro”  más conocido como Mulhacén en el que algunas zonas blancas anunciaban sus nieves. Granada es montañosa tiene cuestas y pendientes y las vistas cambian según a la dirección que mires. Contaba Emiliano que cuando llegó a Sevilla había algo que no le cuadraba hasta comprender que era una llanura que las vistas eran calles y calles y a veces la Giralda y desde sus afueras sí que habían algunos alcores y aljarafes (oteros o elevaciones), eso le tranquilizaba.

Callejeando fuimos a por sustento a un super más controlable. Las alternativas de menú que ofrecía Emiliano en su seguridad de ofrecer calidad y también porque el tiempo acompañaba eran: unas migas o papas a lo pobre, buena parte se inclinaba a las migas, pero recordé al personal que las migas fueron lo último que Emiliano nos preparó y que por tanto ahora tocaban las papas a lo pobre y así quedó.

Emiliano creía que merecía la pena visitar uno de los bares ‘Los Diamantes’ de los que hay varios en Granada, en los que sirven unas buenísimas y generosas tapas y destacan sus fritos de pescado o gambas. Dicho y hecho, en una mesa alta y larga, accesible por ambas caras, tomamos el aperitivo elogiando la calidad del frito de pescado seco de aceite, nada de fritanga… Habrá que visitar los otros diamantes.

Papas a lo pobre:

Todos participamos en las tareas auxiliares y Emiliano se enfrentó físicamente a la cocina dominando botones de funciones de control de temperaturas y tiempos. Una tira larga de bombillas led bajo los muebles de cocina ofrecía una iluminación singular.

Una mesa en L como continuidad de la encimera era el soporte auxiliar para la preparación de los alimentos y una ligera escalera de chapa metálica plegada, salvo sus primeros peldaños de madera que también hacían las veces de muebles estanterías, impensable de diseñar y menos de implantar en aquel espacio de la primera planta. Dicha escalinata dividía la planta baja en dos singulares estancias: cocina y salón. Los pasamanos tubulares, se identifican porque es intuitivo su uso, se alternan en dos tramos en uno y otro lado. ¿Dónde la mesa para comer? Pues justo debajo de la escalera cuando su altura lo permitía.

Tres colores tiene la casa de Emiliano: Blanco, madera clara y gris suave. Muebles que parecen no existir muchas veces camuflados con las paredes, con tiradores mínimos en tamaño y muy sencillos en la forma… cómoda, acogedora, elegante, sencilla, práctica… así me resultó la casa de Emiliano.

Este fue el resultado final, digamos que las patatas a lo pobre con sus pimientos y los dos huevos fritos es como una tortilla de patatas desestructurada. Sabemos que la combinación de la patata y el huevo satisface  universalmente, pues lo mismo ocurre con las patatas a lo pobre con sus pimientos y los huevos fritos, nadie las rechaza, todos la saborean como plato de restaurante con estrellas Michelin.

Antes que ellas picábamos lonchas de jamón, chacinas y picadillo con cerveza y tinto sosteniendo conversaciones lugareñas, muchas fotos se hicieron de detalles de la vivienda, de sus terrazas y de las vista de su entorno que se podían contemplar un buen rato sin cansarte. 

Creo que los huevos fritos deben aparecer... sería un sacrilegio obviarlos, aunque sea en imagen mínima.



Teníamos tiempo para tomar un café y una copa y volvimos a caminar hacia los túneles, salió el sol y el paseo mejoró esta vez viendo y no intuyendo como anoche las huertas del Genil y sus arboledas, hasta llegar a una cafetería con jardines a propósito de días soleados, pero también un salón cómodo y acogedor. Se deja imagen a continuación de estos párrafos

Ante el café y la copa surgieron comentarios acerca de nuestros orígenes y de nuestros ascendientes de su modo de vida sus modos de ser y también sus tropiezos, penalidades y sus esfuerzos para salir adelante. Todos de una u otra manera lo lograron, todos éramos la prueba y testigos de que así fue y todos estábamos orgullosos de ellos (Padres y Madres).
Vista al exterior desde la cafetería.

La vuelta:

Emiliano se quedaría, tenía previsto trabajar en la pequeña cueva ubicada justo al lado de la prácticamente terminada que aún le queda por adaptar.

La vuelta fue tranquila y se pudo parar para tomar un refresco y comprar a los nietos y  compañeras, al menos, una caja de piononos de Santa Fé.


Gracias, de todos los asistentes, Emiliano por tu hospitalidad más que demostrada y por todo lo demás.

Nos vemos pronto


Antonio











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