jueves, 19 de enero de 2017

Encuentro 9 de enero de 2017



Como también falta hoy Gabriel a la comida, procuro llegar antes de las doce a la cita con Macua. Hoy, nueve de enero del año del Señor del 2017 toca la comida mensual.

Hace un  poco de frio, pero el día es propicio para dar un paseo. Cielo limpio, sin una nube, y el sol que a mediodía ya calienta. Mi alma más rural se preocupa: van treinta días que no cae ni una gota de lluvia  y el año será bastante seco. "hogaño llovía más ", que dicen los viejos.

El pensamiento va rápido de una cosa a otra como si atravesara la pasarela de piedras de un arroyuelo. Me acerco al choco pasando por la cara este de la catedral. A las 11:30h, la plaza está casi repleta de turistas que, disciplinados, miran hacia arriba -a la giralda- como extasiados, como esperando un prodigio.  En la fachada renacentista hay andamios. La están limpiando. Algunos gorriones recelosos, dando saltitos, van y vienen a unos cagajones de caballos para picotear. Pienso en que cada día se ven menos gorriones en las plazas. La natalidad del gorrión urbano va pareja a la del país.

En la avenida, la gente va abrigada en exceso. Como si estuviéramos bajo cero. Paso por el postigo y noto el leve escalofrío de una bocanada umbría. Pero ya he llegado.
                !! Por las barbas del Profeta !!
                !! Por el sol que nos alumbra !!
cuando creía llegar antes que el Jefe, su vespa roja,  impertérrita, está cuidadosamente aparcada en el espacio mínimo que hay entre la fachada y los pilotes de la inexistente acera.

! Macua de Aguirre, una vez más me precede !.  No hay duda. Su vespa es su prolongación mecánica, su heraldo inanimado. ¿ De dónde sacará este hombre esa energía entusiasta para tanta comida ?

Dentro, la temperatura es agradable y se está cómodo. Macua -la melena copiada a Alberti- y José Antonio ya están planteando la comida. Sobre la mesa un proyecto de bodegón desordenado: aquí dos kilos de borrajas en una bolsa de plástico, al lado dos docenas de huevos. Más  allá las patatas y el chorizo. Algún tomate.

El personal, después de los excesos, ha pedido un almuerzo suave, llevadero, como de aire con sabor. ! Oh tempora, oh mores !. ¿ Ya no hay hombres en los páramos de España ?. No quiera Dios que, degenerando, demos en ser vegetarianos. 

Macua nos sigue la corriente y piensa en un menú adaptado a las circunstancias: caldo de borrajas con patatas como primero y huevos fritos ( dos por cada ) con chorizo picante ( ma non troppo ). Para antes de sentarnos, tomate aliñado y unos puerros con vinagreta que ayuden a despertar el apetito.  

La borraja no es un  producto de estas tierras. La mayoría de nosotros la desconocía. Se da en el norte y su presencia en esta mesa del sur quizá venga debida a una especie de colonialismo bienintencionado de nuestro Cheff y sus no olvidadas querencias de origen.

Macua me instruye sobre la borraja y me pondera su sabor. Yo la veo con la textura de uno de nuestros cardos pequeños, y la apariencia -el color- de la tagarnina. Hay que hervirlas para tenerlas tiernas. El agua desechable después de hervir tiene un color verde oscuro y da lugar al dicho " Aguas de borrajas".

Rápidamente, como Júpiter tronante, da Macua las primeras órdenes al pinche. " Pela las patatas, trocea las borrajas, el ajo en láminas ni grandes ni pequeñas ..."
" Allá van leyes do quieren reyes ", piensa el pinche que ya, casi sin querer, se ha habituado al mano de hierro en guante de seda del carácter alfonsino. Al cabo de los años, el pinche piensa que hombre bien mandado y pinche son sinónimos.

Despiertan los fuegos, las borrajas cociéndose, las patatas en agua preparadas, y -madrugando- ya tiene José Antonio la mesa de sentarnos puesta. Es la una y el aperitivo impone una pausa. Macua, que es hombre de costumbres fijas en esto, cambia sorpresivamente el vermut por la cerveza. 

Llega Luis. Hoy no trae postre de su buena repostería, pero sí la sonrisa satisfecha de abuelo recién estrenado. Conocemos al nieto por una fotografía. Al poco entra Miguelito. Viene un poco arrugado por el frio y embutido en su barba ya bastante crecida. Saludos mensuales, comentarios dispersos, a bote pronto.

Macua de Aguirre no se distrae. Las borrajas están casi en su punto y nos las da a probar.

Faltan por llegar los dos alarifes y el vizcaino.  " Estos siempre los últimos " , como comentario mensual y recurrente. Gabriel no está ni se le espera, y se echa de menos su deje socarrón.

Puerros aliñados:

Alrededor de la larga mesa rectangular, repleta de cicatrices, de pie, se come y se bebe el aperitivo. ! Ah , esta mesa larga y rectangular, llena de cuchilladas por el uso !. Es -de alguna manera- una mesa centrípeta, de acogida, atractiva y cálida como un fuego. En ella los primeros saludos, la reunión vibrante, el  chascarrillo de alguno y la " sonrisa que se pierde en risa " de todos. Aquí estamos más juntos y la cercanía se disfruta. La otra mesa, la mesa donde comemos, es circular, grande y rechoncha como matrona antigua. Es centrifuga y tiende a disgregar. La cercanía -la intimidad- es sólo posible con el de al lado y hay casi que gritar para entenderse con el otro. Aquella es cercana, esta es más ceremoniosa. 
              Mesa familiar y acogedora, ! larga vida tengas !
             " Durarás más allá de nuestro olvido,
               no sabrás nunca que nos hemos ido " ,  
como dijo el poeta tocado de melancolía.

Guiso de borrajas con patatas:

Llevaba razón Macua. Las borrajas están sabrosísimas. Este hombre, ! Que Dios nos lo cuide !, es un valor seguro y no falla nunca... como Messi. Algunos repetimos.

Con el tiempo y algunos vinos los comensales tiran por elevación y persiguen el abordaje de temas sesudos y trascendentes. Se hace notar un cierto pesimismo con la Unión Europea y es mayoritaria la opinión favorable a que Europa debe igualarse con más premura comercial y políticamente. Hay recelos  con la calidad del liderazgo de Alemania.

Esta vez, sin embargo, en este y otros temas no se llega al cuerpo a cuerpo como en otras ocasiones. Da la sensación de que haya un moderador invisible. Todo transcurre en perfil bajo, átono, distanciado. El de Usánsolo está hoy frio como hielo. Escucha y calla, no entra en la refriega. "! Aquel trueno, vestido de nazareno !".

! Por todos los dioses !. El guerrillero hase trasmutado en autoridad, el otrora volcán no escupe lava y aquel martillo de herejes ha devenido en manso corderito !.
                          Cauto y alejado, observa y calla.
                          Hoy Alberto no quiere dar batalla.
                          Si el sindicalista estuviera
                          otro gallo nos cantara.

Huevos fritos con chorizo:

José A. se levanta de la mesa y va a freír los huevos. Los huevos son camperos, están bien fritos, con encajes.  Qué hermosura en el plato.  Que Dios confunda a Lucio y sus huevos estrellados. Nostalgia perfumada de la niñez. La madre, los hermanos, y el niño que ayer fue mojando avaro el pan en la yema palpitante y roja.




Tortas de miel con chocolate:

Enrique es hombre de palabra. Se prometió y nos prometió traer unos pasteles de su pueblo como colofón a esta comida. Ya están sobre la mesa. Son tortas de miel. Unas sin relleno y algunas con relleno de chocolate. A la vista son una gozada, sobre todo las que no llevan relleno. Estas son delicadas, sutiles como notas musicales, y del color canela de la miel. Están muy ricas y recuerda los sabores de los dulces de tradición árabe. Las rellenas me gustaron menos. El chocolate, con su rotundidad, se enseñorea por entero del pastelillo robando los otros sabores. También pudiera ser que estas impresiones mías estén condicionadas por mis propios gustos. No soy muy aficionado al chocolate y me harta. Por contra, Enrique, Las rellenas de nata deben de estar deliciosas.

Y ya que andamos en esto. Luis, buen amigo, insigne repostero, ¿ nos deleitarás allá por los idus de marzo con tus exquisitas torrijas ?. Todavía las sueño. ! Ah ! y no seáis comedido en cuanto a su número... que nunca fue mal año por mucho trigo.

La tarde va cayendo. Café y chupitos de orujo blanco. Macua siestea fugazmente.
El ritual  se ha completado y los alarifes mandan parar.

"Hasta el seis de Febrero ", nos despedimos. Hasta el seis de febrero, desde luego. Sí, somos vivos .

P.D.         Que nuestro Antonio falte a una de nuestras comidas tiene dos efectos indeseables. El uno, que nos deja huérfanos de sus vehemente acometidas contra todo lo que considera injusto y nocivo en este valle de lágrimas. La pasión puede quitar lucidez, pero añade a mantas fuego vivo a lo que se cree. Alguien -con tufillo religioso- decía que todo lo que el hombre hace es pura banalidad, pero no la pasión que pone en ello.

Lo otro son sus crónicas: relatos de nuestras comidas ajustadas, bien escritas, y salpicadas de detalles microscópicos que siempre me impresionan. Antonio tiene una memoria muy buena. Antonio es - casi sin salvar las distancias - nuestro Ireneo Funes del cuento de Borges " Funes el memorioso".   " ... Nosotros, de un vistazo, percibimos tres copas en una mesa; Funes, todos los vástagos, y racimos y frutos que comprende una parra. Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del treinta de abril de mil ochocientos ochenta y dos y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la víspera de la acción del Quebracho....".
       
Hoy hago yo esta crónica, Antonio, por "incomperecencia del rival", por tu ausencia involuntaria, y como cronista suplente y ocasional. Hoy la hago yo. Para el resto no nos prives de las tuyas.     

Pedro


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