jueves, 8 de febrero de 2018

Fallecimiento de Alfonso Macua, 22 de enero de 2018

Hace escasamente un mes y una semana que nos vimos todos en la presentación de dos libros de Alfonso y su hermano, el acto en sí pudo ser una buena despedida de un alegre y satisfecho Alfonso, por un trabajo bien hecho y totalmente terminado.

No fue precisamente un encuentro de elprimerlunes, pero creo que esa presentación dejó plasmado uno de los valores de Alfonso: La acción, la práctica, era esa actitud de Alfonso de rematar los proyectos con este último y obligado paso que determina la plasmación de la teoría en ‘realidad’. Marcando el éxito o el fracaso, en el sentido de que las cosas tienen un principio y un fin o un principio y un archivo.

Sin la acción, para nada sirve el esfuerzo de analizar y saber incluso las soluciones si no se ponen en marcha las mismas. La dejadez, la desidia, la falta de constancia eran los virus que a Alfonso no le atacaban. Alfonso era un hombre eminentemente práctico. La prueba su gran amor a la encuadernación utilizando sus propias manos para hacer prácticos los libros por él escritos.

El problema, y en un encuentro Alfonso nos lo transmitió en el caso de Ocnos era: 


“si se te viene algo a la cabeza, si no lo haces tú lo hará otro” y el problema no es que otro lo hiciese sino como lo haría. Los huecos se ocupan se dice en física, también en política y eso es lo que Alfonso quería evitar que los huecos se ocupasen de cualquier manera.. Alfonso veía una sociedad interconectada culturalmente y sabía que él formaba parte de ella como uno más, las ideas sobrevuelan las mentes de la sociedad, si se te aparece a ti, no es porque eres un ‘elegido’, porque también se acabará apareciendo a otros, pero como la interpretarían?. Creo que su experiencia y la de su hermano fue Ignacio Sánchez Mejías y aprendieron de ello y con este logro se ha ido.

En mi caso, no fue la última vez que hablamos, lo llamé el día 10 o el 11 de enero cuando avisó de que no podría participar en el encuentro programado el día 15 de enero 2018, por otra parte yo estaría por otras latitudes, y como siempre mantuvimos una conversación sobre una suspensión temporal de trámite... unos días, aún saboreaba la satisfacción de lo hecho y ya tenía las expectativas puestas en el siguiente proyecto, en un optimismo continuado en el que sólo ‘su cuerpo’ le ponía algunos inconvenientes, cosas que su cabeza no acababa de entender.

Alfonso ha sido el núcleo del grupo, un factor de integración y de cohesión importantísimo para elprimerlunes, su gran respeto a la amistad contribuyó a ello. No sólo lo fue sino que lo seguirá siendo, si no físicamente si con sus valores y formas que todos conocemos.

En nombre de todos nosotros Pedro preparó un texto para leer en la misa que se le organizó entre familiares y amigos el primer día de febrero de dos mil dieciocho, que dejo a continuación.



Despedida de Alfonso.

Sevilla vio llegar a Alfonso y Chus por los años setenta y aquí se acomodaron.

Desde entonces amó a su tierra de acogida, sin perder su acento riojano: Siempre fue riojano, pero a la par un andaluz comprometido y un entusiasta sevillano.

¡A Alfonso le cabían tantas patrias en su pecho!

Muchas cosas desaparecen para siempre cuando alguien nos deja. Perdemos su presencia física, pero también huellas propias y originales que lo conformaban y distinguían.

¡Hay tantas cosas que hemos perdido con Alfonso!

Su manera de encarar la vida con el bálsamo de la ironía, la mirada que buscaba la belleza, la charla inteligente entre fogones….

No nos consta que plantara un árbol, pero sabemos con certeza que tuvo dos hijos, Chus y Juan, y que estos le dieron nietos de los que nos hablaba con sonrisa de abuelo ensimismado. Escribió libros, y sobre todo, los compuso.

Recuerdo el minúsculo recodo del salón de su casa, donde a duras penas se acomodaban su ordenador y él. Rodeado de libros y en desorden controlado. Este pertinaz amanuense se dedicaba amorosamente a su pasión.

De esa inusitada editorial casera, surgieron libros maravillosos que después comentábamos.

Por ahí, flotan en el aire, Alfonso, los últimos versos que apreciaste:

¡Campanas de Santa Clara!,
nadie puede todavía,
separarme de mi infancia.

Y aunque yo deje de amar,
campana de Santa Clara,
tu siempre sonando igual.

Morir es haber nacido, pero ni esta verdad tan evidente nos consuela.

Ahora toca seguir viviendo con tu ausencia, pero los que te tuvimos tan cercano y te quisimos, te añoramos.

Hasta siempre Alfonso.



Descansa en Paz.





Pedro Ortiz.
Sevilla. Iglesia de San Isidoro
Jueves, 1 de Febrero de 2018

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